domingo, 23 de octubre de 2011

LITERATURA LATINOAMERICANA EN EL SIGLO XXI

Hasta la primera mitad del Siglo XX la literatura latinoamericana era poco conocida y apreciada en el mundo entero. Más bien se le consideraba como un fenómeno cultural menor, folclórico y regionalista. Los grandes centros de cultura estaban en Europa, especialmente en París. Este prejuicio también alcanzó en su momento a los literatos norteamericanos, tanto así que escritores tan emblemáticos como Ernest Hemingway y Henry Miller, vivieron y dedicaron parte de su obra a la Ciudad Luz. 
Pero este prejuicio tenía que ver poco con la realidad. De hecho, ya a finales del siglo XIX un poeta centroamericano, nacido en un pequeño pueblo de Nicaragua, revolucionó las letras no solo de América Latina sino también de buena parte de Europa, convirtiéndose en uno de los pilares del Modernismo.
En las primeras décadas del Siglo XX la literatura en América Latina contó con autores notables, por ejemplo en el Costumbrismo nombres como Rómulo Gallegos y Ciro Alegría marcaron un pauta. Pero también debemos mencionar a autores como Lezama Lima, Alejo Carpentier, Vasconcelos, César Vallejo, Jorge Luis Borges, entre otros, que fueron el cimiento del prestigio de la literatura latinoamericana.
Pero fue recién a finales de los años 50 que la literatura latinoamericana alcanza su mayoría de edad. Los culpables, los escritores del Boom de literatura latinoamericana que conformaron Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Rulfo y Julio Cortazar.
Sin duda, autores notables cuyas obras alcanzaron difusión mundial con justa razón, pero no fue más grande que autores que aparecieron años antes y que he mencionado, por ejemplo Borges y Octavio Paz. ¿Por qué entonces ocurrió en los 50 y 60 y no antes? Mucho tuvo que ver sin duda el espíritu de los años 60, abierto y liberador que invadió todo occidente. La revolución cubaba, sin duda, también jugó un rol muy importante, ya que puso en el centro de la atención a Latinoamérica, y no solo por las características políticas de su revolución, sino sobretodo por el carisma de Fidel Castro y el Che Guevara.
Los escritores del Boom estuvieron más cerca de la política que cualquier otra generación de escritores latinoamericanos. Sus maestros fueron diversos y universales, sobretodo William Faukner, James Joyce y Jean Paul Sartre. Y se leyeron entre ellos y vivieron casi todos en París. El auge de la literatura latinoamericana también coincidió con la aparición de audaces editoriales que apostaron por jóvenes creadores, entre todos ellos sin duda Carlos Barral fue el más sobresaliente.
En la actualidad, nuestra literatura goza de una gran vitalidad, del Boom quedan en actividad Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Y han aparecido nuevas generaciones de escritores que han enriquecido aun más las letras hispánicas.





Sobre los autores

 
Rafael Alberti (Puerto de Santa María, Cádiz, 1902)


Recibió en 1925 el Premio Nacional de Literatura por Marinero en Tierra. El poeta se adhirió al partido comunista y puso al servicio de la República su actividad literaria. Tras la guerra, se exilió en Argentina, donde vivió hasta 1962. Su obra poética pasa por distintos momentos, desde el neopopularismo, el neogongoriano y el surrealismo, hasta la poesía política y el estallido de la nostalgia. En la distancia, Alberti vuelve a la tradición sin abandonar el compromiso político, consolidando así un universo coherente de signo vitalista, en torno a la idea del paraíso soñado, con la insistente presencia de los motivos del mar.


                                           

 
 
Miguel Ángel Asturias
(Ciudad de Guatemala, 1899 – Madrid, 1974)
 
Es, junto con Alejo Carpentier, uno de los escritores más influidos por el surrealismo y el que funda el realismo mágico, que culmina felizmente en la obra de García Márquez. Como los modernistas hispanoamericanos, fue a París persiguiendo la modernidad, pero al llegar allí, la realidad americana se le reveló como un mundo inédito marcado por el pensamiento mágico, que fluía aún con fuerza y vitalidad en las tradiciones de su pueblo. Comprometido con la realidad social, se propuso en obras como El señor presidente, conjurar la figura del dictador, relacionándolo con los mitos ancestrales
 
 
                             



Biografia de Alejo Carpentier


Alejo Carpetier fue un Novelista, ensayista y musicólogo cubano, que influyó notablemente en el desarrollo de la literatura latinoamericana, en particular a través de su estilo de escritura, que incorpora todas las dimensiones de la imaginación -sueños, mitos, magia y religión- en su idea de la realidad. Nació en La Habana el 26 de diciembre de 1904, hijo de un arquitecto francés y de una cubana de refinada educación. Estudió los primeros años en La Habana y a la edad de doce años, como la familia se trasladó a París durante unos años, asistió al liceo de Jeanson de Sailly, y se inició en los estudios musicales con su madre, desarrollando una intensa vocación musical. Ya de regreso a Cuba comenzó a estudiar arquitectura, pero no acabó la carrera. Empezó a trabajar como periodista y a participar en movimientos políticos izquierdistas. Fue encarcelado y a su salida se exilió en Francia. Volvió a Cuba donde trabajó en la radio y llevó a cabo importantes investigaciones sobre la música popular cubana. Viajó por México y Haití donde se interesó por las revueltas de los esclavos del siglo XVIII. Marchó a vivir a Caracas en 1945 y no volvió a Cuba hasta 1959, año en el que se produjo el triunfo de la Revolución castrista. Desempeñó diversos cargos diplomáticos para el gobierno revolucionario, murió en 1980 en París, donde era embajador de Cuba.

Carpentier recibió la influencia directa del surrealismo, y escribió para la revista Révolution surréaliste, por encargo expreso del poeta y crítico literario francés André Breton. Sin embargo, mantuvo una posición crítica respecto a la poco reflexiva aplicación de las teorías del surrealismo e intentó incorporar a toda su obra la 'maravilla', una forma de ver la realidad que, mantenía, era propia y exclusiva de América. Entre sus novelas cabe citar El reino de este mundo (1949), escrita tras un viaje a Haití, centrada en la revolución haitiana y el tirano del siglo XIX Henri Christophe, y Los pasos perdidos (1953), el diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas, que trata de definir la relación real entre España y América siguiendo la conquista española. Se considera que es su obra maestra, un intento de llevar a cabo su idea de construir una novela que llegue más allá de la narración, que no sólo exprese su época sino que la interprete. Guerra del tiempo (1958) se centra en la violencia y en la naturaleza represiva del gobierno cubano durante la década de 1950. En 1962 publicó El siglo de las luces, en la que narra la vida de tres personajes arrastrados por el vendaval de la Revolución Francesa. Más que una novela histórica, o una novela de ideas es, en la interpretación de algunos críticos, una cabal novela filosófica. Concierto Barroco (1974) es una novela en la que expone sus visiones acerca de la mezcla de culturas en Hispanoamérica. Finalmente El recurso del método (1974) y La consagración de la primavera (1978), obras complementarias y difíciles; la primera ha solido -considerarse como la historia de la destrucción de un mundo-, la caída del mito del hombre de orden, mientras que la segunda representa la larga crónica del triunfo en Cuba de un nuevo mito, que Carpentier trata de explicar desde su imposible papel de espectador: el autor trata de explicar el inconciliable desajuste entre el tiempo del hombre y el tiempo de la historia.

A pesar de su corta producción narrativa, Carpentier está considerado como uno de los grandes escritores del siglo XX. El fue el primer escritor latinoamericano que afirmó que Hispanoamérica era el barroco americano abriendo una vía literaria imaginativa y fantástica pero basado en la realidad americana, su historia y mitos. Su lenguaje rico, colorista y majestuoso está influido por los escritores españoles del siglo de Oro y crea unos ambientes universales donde no le interesan los personajes concretos, ni profundizar en la psicología individual de sus personajes, sino que crea arquetipos -el villano, la víctima, el liberador- de una época

                                                  

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